Las heridas crónicas son un grupo complejo y heterogéneo de procesos en cuya etiología intervienen gran variedad de factores, si bien, aproximadamente el 70 % de las mismas pueden clasificarse como úlceras de presión, diabéticas o vasculares, siendo menos frecuentes las de causa inflamatoria, tumoral o por agentes físicos (quemaduras o por radiación).
 La prevalencia de las heridas crónicas es dependiente de la edad, ya que según envejecemos hay una pérdida de la función de los nervios sensitivos, los cuales poseen un importante papel en el proceso de la cicatrización.
 Una vez establecida la herida crónica, el tratamiento convencional incorpora los principios comunes aplicados al manejo general de las mismas, como son el desbridamiento del tejido necrótico, el mantenimiento de un lecho de herida óptimo y el control de la infección. Para las heridas crónicas que no cicatrizan con el tratamiento convencional pueden considerarse una serie de tratamientos alternativos como la estimulación eléctrica, la administración de oxígeno hiperbárico, los ultrasonidos o el tratamiento con presión negativa o por vacío.
 El objetivo de este trabajo es evaluar la eficacia y seguridad de la presión negativa en el tratamiento de heridas crónicas, de acuerdo al estado de conocimiento actual; elaborar unos criterios de selección de los pacientes subsidiarios de este tratamiento y realizar recomendaciones de utilización en nuestro contexto socio-sanitario.